Juana Jugan

ningún escrito, sus palabras iluminan
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No nieguen nada al buen Dios, hagan todo por Él.
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¡Amen mucho al buen Dios!
¡Es tan bueno!
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En los contratiempos, hay que decir siempre, bendito sea Dios, gracias Dios mío, o gloria a Dios.
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Cuando sean ancianas no verán nada,
yo no veo más que al buen Dios.
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Mi buen Jesús, solo te tengo a ti.

Hemos sido injertadas en la cruz.

Jesús la espera en la capilla. Vaya a su encuentro cuando le falte fuerza y paciencia… cuando se sienta sola e impotente. Dígale: «Tú sabes lo que me pasa, mi buen Jesús. Sólo te tengo a ti. Ven en mi ayuda…» Y después váyase, no se inquiete por saber cómo ha de hacer. Basta con que se lo haya dicho al buen Dios. ¡El tiene buena memoria!

Mis pequeñas, decía a las novicias, amen mucho a la Santísima Virgen, ella será su Madre.

Por el Ave María iremos al Paraíso.

De la Iglesia nos viene todo don, el Santo Padre ante todo.

Pequeñas, bien pequeñas ante Dios.

Saber desaparecer por la humildad en todo lo que el buen Dios quiera de nosotras.

No somos sino los instrumentos de su obra.

Sea una hermosa rosa de caridad.

No olviden nunca que el Pobre es Nuestro Señor.

Cuando estén cerca del pobre dense de todo corazón.

Cuando estén en las casas, sean buenas con los ancianos, sobre todo con los enfermos… quiéranlos mucho.

Mire al pobre con compasión y Jesús la mirará con bondad.

Hay que estar siempre de buen humor, a los ancianos no les gustan las caras tristes.

Llamad, llamad a la puerta del cielo por las almas.

Es tan hermoso ser pobre, no tener nada, esperarlo todo de Dios.

Dad, dad la casa, si Dios la llena, Dios no la abandonará.

Si Dios está con nosotros eso se hará…

Dios me ha bendecido porque siempre he dado gracias a la Providencia.

Sea agradecida por su vocación.

Es una gracia muy grande la que Dios le hace al llamarla para servir a los pobres.

No nieguen nada a Dios.

Nada hay pequeño en la vida religiosa, hay que hacer todo por amor.

Padre eterno, abrid vuestras puertas,

hoy, a la más miserable de vuestras hijas

pero que tiene tantos deseos de veros.

Oh María, mi buena Madre, venid a mí,

vos sabéis que os amo

y que tengo grandes deseos de veros.